Mientras escribo esto, estoy volando. Es un concepto increíble: al ser suspendido en el aire, que se mueve a 200 millas por hora - mientras leía una revista. Increíble, ¿no?
Me desperté a las 03 a.m. esta mañana. Mucho antes de que el sol saliera, treinta personas cargaron tres furgonetas y se fueron dos horas para el aeropuerto de San Juan. Nuestro viaje había terminado. Ya era hora de volver a casa. Pero nos cambiaron.
Mientras estoy sentado, esperando a la azafata a que me traiga mi ginger ale, me quedo preguntándome por qué viajo. La otra noche, me recordó por qué lo hago - por eso creo que esta disciplina de viajes vale la pena todo el lío.
